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Mayra Arena aún no sale de su asombro. Lo que comenzó como una simple charla con su hermana derivó en un texto, titulado "el beneficio de ser pobres", que rápidamente se viralizó en las redes sociales y que hasta logró tener repercusión a nivel nacional.
Con un léxico muy apropiado, la joven bahiense, de 25 años, estudiante de Ciencias políticas, describe con lujo de detalles y poniendo a su propia madre como ejemplo, las diferencias que existen entre aquellos que nacen en la marginalidad, respecto a quienes pueden ser considerados pobres.
"Estoy muy sorprendida. En realidad es tan extenso y tan personal, que pensé que solamente lo iban a leer mis contactos", mencionó Mayra en comunicación con el programa Deberías Saberlo de LA BRÚJULA 24.
Arena nació en Villa Caracol. Tiene tres hermanos y ninguno conoció a su padre. Su madre, tiene 41 años, pero según describe en la publicación, "la falta de dientes sumada a su escasa estatura y marcada delgadez, hacen que aparente mil años más".
"El texto se trata de la diferencia que existe entre aquellos que somos pobres, respecto a quienes viven en la marginalidad. Los que nacieron en la marginalidad, tienen una calidad de vida mucho menor, porque la falta de alimentación hace estragos con su desarrollo cognitivo y físico. Y por eso pongo el ejemplo de mi mamá", mencionó la joven.
"A pesar de tener 41 años, mi mamá es grande para conseguir un buen empleo, pero a su vez es joven para jubilarse. Esto la ubica en una situación de marginalidad de la cual le será muy difícil salir. Hay mucha gente que no ha tenido la capacidad para terminar la secundaria y por lo tanto, para salir al mundo laboral con más herramientas", explicó.
Mayra afirma que si bien la vida en su barrio es muy tranquila, decidió mudarse porque al vivir muy cerca de la quema, tenía miedo que su hijo sufriera los mismos problemas de asma que ella. Con su oficio (es depiladora), le alcanza para pagar un alquiler y estudiar.
"Los que fuimos pobres, aunque sea tuvimos una escuela pública para estudiar y para aspirar a salir de esa situación", menciona.
De chiquita, Mayra era obligada a ir a pedir. A esa edad, creía que era el único camino posible. La única en la familia que tenía un trabajo formal era su abuela, pero sus patrones la maltrataban permanentemente.
"A veces se iban un mes a Europa y ese mes la dejaban totalmente en banda. Cuando trabajaba, no le pagaban casi nada, incluso nosotras pidiendo en la panadería, a veces conseguíamos cosas que ella no podía comprar ni ahorrando", afirma.
"La inestabilidad que existen en los trabajos a los que se accede en la marginalidad no son muy diferentes a la nada misma. Un día tenés trabajo y al otro día no. En cambio, cuando sos pobre, tenés chances de acceder a un mejor empleo y de empezar a crecer lentamente", contó.
Cuando tenía 10 años, la invitación de un vecino a jugar con su hija, le cambió la vida a esta joven, quien descubrió que otra vida era posible.
"En la marginalidad hay una pobreza estructural que es prácticamente irreversible. Pensás que no hay salida, que todo es para los ricos. Para mi mamá, terminar la secundaria es cosa de ricos", cuenta.
"A los 10 años, un vecino nos invitó a jugar a su casa. En ese lugar descubrimos que había otro tipo de vida y gente que tenía otro tipo de trabajos. Para nosotros, estos vecinos tenían un nivel de vida que, para nosotros, era la riqueza absoluta, más allá de que eran gente trabajadora y de clase media. Ellos fueron los que nos inculcaron que para tener un buen trabajo, había que estudiar un poquito más. Eso nos llevó a mí y a mi hermana a entender que no todo se basaba en pedir", relató.
Mayra intentó dejar en claro su mensaje de que "cuando sos marginal, aceptás que tu único futuro es la pobreza. No te interesa tener nada porque estás segurísimo de que nunca vas a poder tener nada. A los ricos los mirás con bronca, son unos miserables que no te dan nada, ni trabajo. A mi vieja nunca le dieron ni trabajo. En cambio, cuando sos pobre, lo que te salva de caer en la marginalidad, es la esperanza de salir de esa pobreza".
De todos modos, y si bien afirma que "siempre hay esperanza", también se "deben dar ciertas posibilidades y eso depende de la clase media y de la clase política".
Su mensaje es conmovedor. Diferente. Movilizante. Un claro ejemplo que, con herramientas, con educación, se puede salir adelante. Un relato que no hay que dejar de leer.
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