"Veo la espalda de mi madre y siento mucha impotencia", dijo el hijo de la mujer mordida por un dogo

Sebastián, hijo de Ruth Fuentealba, la jubilada de 70 años que sufrió el feroz ataque de un dogo argentino en Grünbein, habló con La Brújula 24 mientras su madre se encontraba en reposo, con mucho dolor, procurando sobreponerse física y emocionalmente a la situación. El hecho se consumó este jueves en la vereda de la sala médica de ese barrio, mientras la mujer esperaba ser atendida por un odontólogo.

Consultado por “Nunca es tarde”, con la conducción de Emanuel Olaya y Juan Tucat, Sebastián describió el momento del ataque. "Ver la espalda así de mi madre me generó una angustia tremenda. Mamá estaba esperando en la vereda de la salita y el perro la sorprendió de atrás. No vio de dónde venía y la derribó. Creyó que ella misma se lo sacaba de encima y no fue así; se lo sacaron, porque son perros con una ferocidad tremenda cuando atacan", agregó.

El dogo agresor es propiedad de una vecina de las inmediaciones que está identificada. "Quise ir a recorrer el lugar y así lo hice. Se ve que los animales cavaron y hasta una persona puede pasar por debajo de ese portón. Ese lugar no cumple ninguno de los requisitos como para contener a un perro de esas características", dijo Sebastián. Aclaró que la dueña del animal se puso a disposición de la víctima y su familia, ofreciéndose para afrontar el costo de la curación de las heridas, pero que no se trata de una cuestión económica.

"Acá el tema es cómo quedó mi mamá. Iba a irse de vacaciones conmigo y es posible que no pueda hacerlo. Mientras tanto, hay que seguir un protocolo, que incluye tener bajo custodia al animal. En este momento está acostada en su pieza, no quiere ver a nadie porque le duele la espalda", indicó.

La nota con Sebastián Abad, hijo de la mujer atacada por un dogo

Qué hacer ante un ataque canino en la vía pública

En tanto el médico veterinario Ariel Saráchaga, columnista de La Brújula 24, fue consultado sobre qué hacer ante un ataque como el ocurrido ayer en Grünbein.

"Si se trata de un dogo argentino puro de unos 40 kilos, te aseguro que tiene mucha más fuerza que una persona por más musculatura que esta tenga. Cuando querés separarlo, el perro tiende a realizar un ataque redirigido, agrediendo lo que tiene más cerca. Si eso es la persona que lo separó, atacará a esa persona. Lo peor que podés hacer es sacarlo del collar, a menos que se trata del dueño o dueña, como sucedió en este caso", indicó.

"Como una medida desesperada, lo que debo hacer es agarrar las dos patas traseras del perro, tratando que no se de vuelta. Si alguien puede ayudar, es importante colocar algo que impida al perro redirigir el ataque, alejándolo lo más posible, en este caso de la persona a la que estaba agrediendo", añadió Saráchaga. "Cuando un perro es fuerte y grande, es muy difícil intervenir", indicó el profesional.

La entrevista completa con el veterinario de La Brújula 24