Por qué se generó la ruptura del iceberg más grande del mundo

Por Juan Tucat, redacción de La Brújula 24

En el océano Austral, un iceberg de 3.600 kilómetros cuadrados, equivalente a cinco veces la ciudad de Nueva York, se desliza hacia su desintegración en las aguas cálidas del Atlántico Sur. Su imponente masa de casi un billón de toneladas lo convierte en un gigante que, tras décadas inmóvil en el mar de Weddell, ahora inició en 2023 un viaje que marcará el fin de su existencia.

Este coloso de hielo es un fragmento de otro desprendido en 1986 de la plataforma Filchner en Antártida. Durante más de 30 años, permaneció atrapado en el lecho marino debido a su peso y a la influencia de la columna de Taylor, vórtice oceánico que lo mantuvo girando en círculos. En un giro inesperado, una alteración en este sistema permitió su liberación, comenzando así un recorrido que intriga a la comunidad científica.

Desde su liberación, avanzó cerca de 240 kilómetros hacia el noreste, dejando atrás las aguas heladas para enfrentar un destino de fragmentación en el Atlántico Sur. Este desplazamiento no solo implica su desintegración, sino también un impacto significativo en los ecosistemas. ¿Por qué? Porque al derretirse, libera nutrientes esenciales, como el hierro, que estimulan la producción de fitoplancton, base de la cadena alimenticia en los océanos. Expertos aseguran que estos nutrientes pueden transformar áreas menos productivas en verdaderos ecosistemas prósperos.

Sin embargo, el viaje del A23a (así fue bautizado) reaviva el debate sobre el cambio climático. Las temperaturas récord registradas en la Antártida y el océano podrían estar acelerando el desprendimiento y deterioro de estos gigantes. Pero el proceso de fragmentación es natural, por lo que no pocos especialistas señalan que se necesitan más estudios para confirmar si el calentamiento global está directamente relacionado con este fenómeno.

La ruta de A23a hacia la isla de Georgia del Sur se asemeja al destino de otros icebergs, como el del A68a, que culminó un recorrido similar antes de fragmentarse cerca de las Islas Orcadas del Sur. Los científicos anticipan que el A23a seguirá el mismo patrón, dividiéndose en trozos más pequeños hasta desaparecer por completo.

Sin embargo, es importante mencionar que su impacto científico y ambiental se extenderá más allá de su inevitable desintegración, enriqueciendo ecosistemas marinos y generando valiosa información sobre la dinámica glacial. Es mucho más que un trozo gigante de hielo, sin dudas.

Al respecto, el equipo del programa "Nunca es tarde", emitido por La Brújula 24, habló con el geólogo Rodolfo Del Valle, ex Coordinador de Ciencias de la Tierra del Instituto Antártico IAA. Del Valle participó en diversos proyectos sobre geología y paleontología; cambios climáticos; oceanografía y geología submarina; tectónica; hidratos de metano; relevamientos geológicos y topográficos; geotécnica para instalación de pistas aéreas y energías no-convencionales; en la Antártida y Patagonia.

Además, en su CV se destaca que realizó campañas científicas en Antártida durante los veranos e inviernos australes, entre 1973 y 2010, la mayor parte en campamentos móviles. Y podríamos seguir. Por eso, es palabra autorizada.

Rodolfo Del Valle, Doctor en Geología, Expedicionario al Desierto Blanco (Foto: Marambio.aq)

—¿El desprendimiento de témpanos como este está vinculado al cambio climático?
“No necesariamente. El proceso de desprendimiento de témpanos, conocido como calving, es algo normal que sucede por el flujo del hielo. Cuando una plataforma ya no puede sostener su peso, el hielo se desprende. Por otro lado, la desintegración de barreras de hielo, como las de Larsen y Firner, sí está relacionada directamente con el calentamiento global. En 1984 fui testigo de la desintegración de la barrera Larsen D, y ese fue un fenómeno claramente asociado al cambio climático.”

—¿Se ven otros cambios en la Antártida que se relacionen con el calentamiento global?
“En la Península Antártica estamos viendo un fenómeno llamativo: el avance de la vegetación. En solo cuatro años, la superficie cubierta por plantas con flores se ha multiplicado por diez. Esto no debería estar ocurriendo en un ecosistema tan extremo. Pero el resto de la Antártida no muestra cambios significativos de crecimiento, pero la península sí está experimentando transformaciones preocupantes.”

—¿Qué implicancias tiene el derretimiento de los glaciares?
“Los témpanos flotantes como el A-23A no contribuyen directamente al aumento del nivel del mar porque ya están en el agua. Sin embargo, el derretimiento de glaciares terrestres es otra historia. Por ejemplo, el Glaciar Thwaites, conocido como el glaciar del fin del mundo, podría elevar el nivel del mar hasta 60 centímetros si llega a desprenderse completamente. Este proceso es inevitable, resultado de cambios naturales desde la última glaciación y de la actividad humana desde la revolución industrial.”

—¿Qué impacto tiene la contaminación en la Antártida?
“Lamentablemente, hemos encontrado microplásticos incluso en muestras de hielo marino en la Antártida. Esto es un reflejo de cómo hemos desacomodado el ambiente global. Es una situación comparable a la masa flotante de plástico en el Pacífico, pero aquí se añade la vulnerabilidad de los ecosistemas polares. Es evidente que el cambio climático y la contaminación están interconectados, afectando tanto a los océanos como a los polos.”

—¿Cuáles son las principales consecuencias del calentamiento global en la región?
“Si se derritiera toda la Antártida, los océanos podrían elevarse hasta 60 metros, pero eso es algo que sucedería en un horizonte muy lejano. En el corto plazo, los impactos más relevantes serán biológicos y climáticos. Las alteraciones en los ecosistemas antárticos y los cambios en las corrientes oceánicas tendrán consecuencias a escala global, y ya estamos viendo algunas de ellas.”

La nota completa en el aire del programa "Nunca es Tarde", emitido por La Brújula 24:

Con información de Infobae / Uno TV / La Brújula 24